Más de 1.240.000 muertes al año por accidentes de tránsito y más de 50 millones de heridos son cifras que revelan la magnitud del problema calificado, actualmente, como una pandemia a nivel mundial. Cada año, en América Latina y el Caribe, la accidentalidad vial resulta en más de 100.000 muertes y 5.000.000 de víctimas; un impacto en términos de años perdidos por muerte prematura similar al que producen el HIV/SIDA, cáncer de pulmón, tuberculosis y malaria en forma conjunta.

Actualmente, vivimos en un mundo de datos, inteligencia artificial y machine learning, por lo que es fundamental contar con información cuantificable. De hecho, el 90% de las empresas dedicadas a la logística afirma que el análisis de datos será esencial para el éxito de su actividad durante los próximos cinco años. La trazabilidad en tiempo real, será una herramienta clave de seguimiento, para lograr disminuir la siniestralidad vial del país y aumentar la seguridad.

Todos los años, más de 1,2 millones de personas fallecen como consecuencia de accidentes en las vías de tránsito y nada menos que otros 50 millones sufren traumatismos.
Más del 90% de las defunciones se producen en los países de ingresos bajos y medianos. Más allá del enorme padecimiento que provocan los accidentes de tránsito pueden llevar a la pobreza a una familia, ya que los supervivientes de los accidentes y sus familias deben hacer frente a las consecuencias a largo plazo de la tragedia. Lo anterior, incluidos los costos de la atención médica y la rehabilitación y con mucha frecuencia, los gastos de las exequias y la pérdida del sostén de la familia.

Según informes de la OMS la epidemia de traumatismos por accidentes de tránsito repercute también de forma considerable sobre la economía de muchos países, especialmente los de ingresos bajos y medianos, que con frecuencia tienen también dificultades con otras necesidades de desarrollo. Las pérdidas mundiales a causa de dichos traumatismos se estiman en US $518 000 millones y cuestan a los gobiernos entre el 1% y el 3% del producto nacional bruto, más que la cantidad total que esos países perciben en concepto de asistencia para el desarrollo.